No me vengas con un ‘No a la guerra’. Qué fácil es exponerse en redes sociales. Qué fácil es vivir en disonancia con tu vida. Con tu vida real, con lo que tú eres. Qué infantil es la frase hecha, la solidaridad con el de lejos. Qué bonito es decir lo que toca.

Tu vida de diario, tu comprensión con el vecino, con el niño que te molesta, con tu compañero de trabajo. Tu comprensión con quien no piensa como tú. Llegar a entender lo que no comprendes porque ese también es un ser humano.

¿Cuántas llamadas has dejado de hacer por no enfrentarte al conflicto? ¿Cuántas veces has evitado el acercamiento al otro desde tu orgullo y tu ego? ¿En cuántos momentos has esperado que al otro se le pasara para no afrontar la realidad? ¿Cuánta vida evitas cada día por no saber resolver?

Pasa algo antes de la separación, del alejamiento, de la distancia y de la guerra. Pasa el periodo de evitar resolver, de no escuchar. Pasa no querer resolver. Pasa tu orgullo. Resolver conflictos no es fácil. Estos días no puedo evitar pensar en todas esas personas que salen cada día al mundo enfadadas, en redes y en la vida pero hoy ponen un corazón roto. ¿Qué parte de tu paso por este mundo no estás entendiendo?

Ojalá estos corazones rotos que colgamos en redes nos enseñen a resolver los conflictos que somos incapaces de resolver a diario. Desde el entendimiento y la escucha. Desde el deseo de resolver. También con los de al lado.