Mal de muchos, consuelo de todos.

febrero 13, 2022

Crecimos escuchando que era el consuelo de los tontos. Hemos normalizado demasiadas situaciones que nos acercan a la insatisfacción del dolor y al dolor de la insatisfacción continua. Me siento mal cuando sufro, pero me siento peor cuando noto cierto alivio al verme en la naturaleza de la humanidad del dolor compartido. Siento alivio, pero me llamas tonta. Pues no, no soy tonta, soy humana y a los humanos vernos en el otro nos alivia.

No somos tontos, somos humanos y es propio del ser humano:

  • Verse reflejado en el reconocimiento de la experiencia humana común.
  • Reconocer que la vida humana es imperfecta.
  • Darse cuenta de que otras personas pasan por dificultades similares suaviza el dolor.
  • Buscar acompañamiento en las experiencias dolorosas.
  • No pretender agravar el dolor con sentimientos de incomprensión y soledad.
  • Sentir consuelo al reconocer que no somos únicas.
  • Entender que, aunque las circunstancias y el desencadenante sean distintos, mi sufrimiento es similar al que tú sientes cuando las cosas no te van bien.
  • Validar que nadie, absolutamente nadie, tiene el control de todo lo que le ocurre en la vida.
  • Comprobar que tú, la igual que yo, tampoco consigues todo lo que quieres.
  • Saber que los sentimientos de decepción son compartidos.

Solo la conducta psicopática busca no identificarse con el prójimo. Solo quien vive en la rivalidad busca en la comparación con los demás algo que le engrandece. Solo quien mira el mundo desde su ombligo cree que idolatrando su singularidad escapa de la soledad en la que vive.

Cuando las situaciones dolorosas se acompañan por el reconocimiento de que otras personas pueden pasar por lo mismo, el dolor se suaviza. No porque seamos tontos y nos consuele el mal de muchos sino porque, aunque siga doliendo, ese dolor no se agrava con sentimientos de soledad. Creer que somos débiles por no reconocernos en la experiencia ajena es alimentar la soledad de creer que somos únicos. Es juzgarnos y aislarnos.

Y así es como vamos alimentando los sentimientos de soledad llegando a normalizar el maltrato a nosotros mismos. Así es como hemos integrado el discurso hostil, perdiéndonos lo mejor de ser personas. Porque eso es lo que que vamos consiguiendo cuando evitamos vernos en los demás. Y eso sí que es ser tonto, un tonto que se siente libre sin ser consciente de que vive prisionero de la soledad de creerse único.

Sentir la conexión con nuestra humanidad común ayuda a afrontar las dificultades de la vida, aligera el miedo ante las circunstancias complicadas y nos convierte en personas más flexibles ante las adversidades. Es saber que el dolor que siento es el mismo que tú sientes cuando estás mal. Las circunstancias serán distintas e incluso la intensidad del dolor también, pero el proceso será el mismo. Porque no somos diferentes.

Sentirte humana consuela y siempre consolará porque así somos, porque vernos en los demás nos humaniza. Estar en contacto con nuestra humanidad común es ser bondadosos con nosotros mismos. Solidarizarnos en el dolor y en la vida como lo que somos: seres humanos.

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