Me duele decir tanta obviedad. Vivir tan rodeados de ‘expertos’ y tener que explicar a estas alturas cómo somos las personas es realmente triste. Obviedad de hoy: la vida a veces duele y seguirá haciéndolo porque así es la vida humana.
Vivir implica aceptar las emociones agradables y las desagradables. Si vivimos una vida plena experimentaremos toda la variedad de las emociones humanas porque en la vida hay alegrías, pero también hay penas, lágrimas, dolor y sufrimiento. Que aparezcan será inevitable.
No podemos evitar el dolor, pero sí podemos aprender a manejarlo, podemos cambiar la forma de relacionarnos con los pensamientos o sentimientos dolorosos.
Para aprender a hacerlo, el primer paso es aceptar que existen y existirán siempre. No vamos a saberlos manejar si no entendemos que van a aparecer y dolerán. El dolor duele y dolerá. Estaría bien que la vida fuera lo que algunos se empeñan en que sea: alegría continua, éxito asegurado, sueños cumplidos, plenitud, poder, control, ser felices y comer felices por siempre jamás.
¿Qué pasará si no entiendes la naturaleza humana y su tendencia natural al sufrimiento?
- Creerás que si tu vida no es siempre feliz es porque estás haciendo algo mal. Así te lo harán creer los ‘expertos’ en vida, esos que no se atreven a sincerarse con la naturaleza humana.
- Es fácil que llegues a sentir culpa por ello porque cada día y a todas horas te repetirán que lo normal es conseguir vivir siempre feliz.
La autoayuda vive lejos de la naturaleza humana. La autoayuda es cobarde porque se muere de miedo de aceptar el sufrimiento. El pensamiento positivo tiene pánico al dolor y al fracaso. La autoayuda, desde esa cobardía, nos ha quitado la capacidad de ver la realidad sumergiéndonos en su discurso infantil. Las reflexiones y argumentos de la autoayuda no van más allá del lenguaje de un niño de diez años. Sonríe y la vida te sonreirá. Si sufres soledad, problemas económicos, autoestima, falta de trabajo es culpa tuya. Si no sabes manejar el abandono de tu familia, si no puedes evitar salir de una relación dolorosa es porque no quieres. Muchas personas creen que todo el mundo es feliz menos ellas.
Desde ese miedo a lo doloroso de la vida el camino fácil ha sido idealizarla. No podemos trabajar si no es en nuestro sueño porque un trabajo cualquiera es de mediocres. Tenemos idealizado el amor, por eso decidimos no querer, no vaya a ser que suframos. Hemos idealizado la maternidad, por eso nos estresa. La amistad, por eso vemos toxicidad por todas partes. Desde el terror al fracaso idealizamos el éxito. La autoayuda cree que busca pero está huyendo, huyendo de la vida plena con luces y sombras.
Vamos asumiendo que el sufrimiento no es normal. Si sufrimos es porque somos débiles, no somos válidos o tenemos el síndrome de moda. Este es el motivo por el que, cuando nuestros pensamientos o emociones nos hacen sufrir, nos sentimos inútiles y culpables por haber llegado ahí.
No eres inútil, lo único inútil es luchar contra esa naturaleza humana que tiende de manera natural al sufrimiento psicológico cuando hay motivos para sufrir. Luchar contra ello no hará más que agravarlo. Cuanta más lucha, más dolor. Ansiedad. Culpa. Vulnerabilidad. Más dolor.
Aquello a lo que damos valor en la vida tiene ingredientes agradables y desagradables. El amor y el desamor, la amistad y la decepción, el éxito y el fracaso, la ilusión y la desilusión. Es imposible construir algo que nos aporte valor sin estar dispuestos a vivir situaciones desagradables. Miedo al amor por no sufrir, miedo a confiar, miedo a vivir. Pensamos y sentimos. Sufrimos. Vivimos.
Debilidad es no querer entender que en la naturaleza humana está el dolor. Miedo es tener que creer que lo incómodo es sinónimo de negativo. Todos sufrimos y todos podemos aprender a manejar este sufrimiento para seguir con nuestra vida. Para manejarlo hay que contemplarlo como parte de la ecuación. El trabajo no está en la lucha para que no aparezca el malestar porque ese miedo no hace más que agrandarlo. El trabajo es cómo manejamos esos pensamientos y emociones, cómo nos los contamos y percibimos. Porque tenerlos los tendremos. Aceptarlos y saber qué hacer con ellos es la manera de acabar con el juego perverso de la búsqueda de la felicidad.
Arriesgar, trabajar, sufrir, reír, amar, disfrutar, llorar, cambiar, odiar, llorar, valorar, romper, agradecer. Entender. Aceptar. Vivir. O luchar contra la propia naturaleza humana. Lucha dolorosa, incómoda, desagradable e inútil. Lucha que dificulta la vida e impide quererla. Lucha que nos conduce al fracaso de ir pasando los días contradiciendo la naturaleza humana.
La vida plena no es una vida siempre feliz. La vida es plena porque en ocasiones incomoda.
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