Reto también es saber mirar hacia atrás y darte cuenta de todo aquello que has superado. Es parar, recordar y brindar por todo aquello a lo que has sobrevivido. Saber poner en valor todas las decisiones que has tomado, las correctas e incorrectas, es un reto.
Estar orgullosa de todas las veces (los días, meses, los años) que has regalado tu tiempo es reto. La humildad de tener el orgullo de reconocer tu generosidad es dar una patada al egocentrismo de tus necesidades y eso es reto.
Escuchar en silencio todo lo que has escuchado hasta el día de hoy es reto. Ser capaz de dar calma en la tormenta de sufrimientos ajenos. Cuidar todo lo que has cuidado, ¡qué gran reto!
Haber sido capaz de poner nombre a tus miedos y seguir adelante a pesar de ellos. Ser capaz de reconocer eso es un reto.
Porque reto no es solo añadir. Es tener la serenidad de ser capaz de valorar lo que has hecho. Es recordar tus dificultades y aplaudir por todas esas veces en las que has seguido adelante con ellas a cuestas.
Reto es saber reconocer la satisfacción interna de lo caminado. Es saber mirar atrás y observar todo aquello que has conseguido aprender y crear. Reto es dejar de poner la satisfacción en algo externo.
Es tener la madurez de entender que tras la satisfacción externa siempre hay un ‘no soy suficientemente buena’. Ni tu casa, pareja, trabajo, hijos, tu vida,…yo, yo no soy suficientemente buena. Salir de ahí es un reto.
Reto es reconocer que pensar que nunca somos suficientemente buenos es el mayor maltrato que podemos ejercer contra nosotros mismos. La mano dura en forma de vocecilla continua es la trampa y el engaño del que venimos y que se encargan de alimentar los que hablan de retos. La autoexigencia. El reto del esfuerzo, la excelencia y la mejor versión de nada sirven si no sabes que no hay mayor reto que esforzarte por entender que no habrá mejor versión que la que pudiste dar y diste en todo momento.
Jamás habrá mayor excelencia que tener la capacidad de valorar todo aquello que hiciste y que, a pesar de ser difícil, no te impidió seguir caminando. Recordar las veces que te has levantado y quedarte en ese recuerdo es un reto.
Reto es tener la satisfacción de haber llegado hasta aquí. Es entender que si no lo has hecho mejor es porque no pudiste o no supiste hacerlo. Es repetirte que si lo hubieras sabido hacer mejor lo hubieras hecho mejor. Esto es un reto.
Y desde este lugar, desde el lugar donde no cabe el juicio de no estar a la altura de unas expectativas que vienen de una satisfacción externa, ser capaz de seguir creciendo. Y viviendo. Porque valorar tu vida es el mayor reto.
Haberte encontrado es de las cosas más bonitas que me han sucedido pues al leerte me haces sentir que la vida no es tan pesado y tan exigida como nos han hecho creer. Abrazote gigante desde Venezuela
¡Geraldine! Acabo de encontrar tu comentario. Disculpa por no haberte respondido, no lo vi. Muchas gracias por tus palabras. Un fuerte abrazo desde España.