Queridos Reyes Magos.

enero 5, 2018

reyes (2)

Queridos Reyes Magos:

Después de pasarme todo el año viendo fotos y más fotos de gente fitness inmortalizada en sus trajes fosforitos y comiendo healthy food quiero pediros un poco de «corpore sano in mens sana» porque el cuerpo sí lo tendremos bien pero la cabeza, ¿qué pasa con nuestra salud mental?

¿De qué me sirve mi body health (esto tiene que ir en inglés, porque antes corríamos, ahora somos runners) si no cuido mi salud mental? ¿Qué sentido tiene cuidar mi cuerpo si no hago nada para cuidar mi mente?

La cosa se complica porque con los fitness y la healthy food conviven los happyflowers. Dícese de los vendedores o consumidores de autoayuda barata. Esa mezcla de inteligentes emocionales, coaches varios, seres de luz y demás personajes que nos dan lecciones del comportamiento humano sin haber estudiado el comportamiento humano. Y nos lían. Nos lían porque dan lecciones de vida mintiendo sobre la vida. Y nuestra salud mental se resiente. Normal. Mucha flower, poca chicha.

Porque seguimos sufriendo aunque digamos que no. Seguimos fracasando aunque neguemos el fracaso. Seguimos frustrados aunque finjamos vidas maravillosas. Seguimos con culpas aunque estemosencantadosdeconocernos. Seguimos mirando hacia atrás con resentimiento. Seguimos con rabias, odios y recelos. Somos cada vez más agresivos a pesar de creernos seres de luz. Finjimos, finjimos y finjimos. Vivimos en un auténtico autoengaño, hasta el punto de habernos convertido en nuestro peor enemigo.

Desde que los happyflowers se empeñaron en hacer de lo happy nuestro modo de vida, las consultas de profesionales de salud mental están cada día más llenas. Gente que al final acude y explota dejando la consulta llena de las flores pochas con las que los listos han adornado su happyvidavacía. Las consultas de salud mental están cada vez más llenas de personas cuyos propósitos de vida son auténticos despropósitos. Porque ahí está la cosa. Veamos:

  • Propósito

Del lat. proposĭtum.

  1. m. Ánimo o intención de hacer o de no hacer algo.
  2. m. Objetivo que se pretende conseguir.
  3. m. Asunto, materia de que se trata.
  • Despropósito
  1. m. Dicho o hecho fuera de razón, de sentido o de conveniencia.

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La diferencia está clara. El problema es cuando convertimos los despropósitos en propósitos y con eso inundamos Facebook, Instragram, Twitter y maravillosas páginas web. Páginas cuyas enseñanzas sobre la vida y la naturaleza humana son tan pobres que llevan a que nos marquemos como propósitos auténticos despropósitos. Y la salud mental se resiente. Porque llevamos años en este simulacro de crecimiento personal, en este delirio de héroes y grandezas y nuestras vidas siguen igual de vulgares y corrientes que siempre. Que no pasa nada, pero que quizá mejor si nos ahorramos tiempo y dinero. Y sufrimiento. Sobre todo, sufrimiento.

Por eso, queridos Reyes Magos, os escribo mis propósitos, los que me ayudan a no perder la cordura porque me he asegurado muy bien de que no sean un despropósito.

  1. Jamás convertirme en marca personal o perfil. Seguir siendo siempre persona.
  2. No enamorarme jamás de mí misma, que eso del enamoramiento se acaba pasando y desvirtúa la realidad. Quiero seguir cayéndome un día bien y otro fatal que es lo que me pasa con la gente que quiero un montón. Y total es lo que me seguirá pasando.
  3. No ser responsable de todo lo que pienso, siento o hago. De mis pensamientos, sentimientos y acciones a veces es responsable la conducta de otro. Lo tengo claro.
  4. No tener solo emociones inteligentes. Mi equilibrio mental solo es posible si experimento todo tipo de emociones. El inteligente emocional no habla de emociones inteligentes porque sabe que todas lo son. Tampoco las pone en un altar (a no ser que haya montado un chiringuito para vivir del cuento, pero entonces es un listo, no un inteligente emocional). Mi vida es mucho más que mis emociones. Que jamás se me olvide.
  5. Quiero aprender de la felicidad. El sufrimiento que se vaya a los que dicen que aprenden solo de él.
  6. Sé que las cicatrices marcan. Pero los besos, también. Las cicatrices, para los que crecen flagelándose.
  7. Que me siga importando un bledo ser única, diferente o del montón. Soy diferente cuando digo: “sí, soy del montón, ¿y qué?»
  8. Seguir sin tener como argumento el “yo soy así”, porque yo soy en función de dónde estoy y con quién estoy . No digo lo mismo en una entrevista de trabajo que de cañas con mis amigas. Soy de tantas maneras como las circunstancias exijan.
  9. No decir todo lo que pienso. Cuando callo sigo siendo yo. Es más, cuando callo mi pensamiento es totalmente libre, es solo mío y eso me hace ser mucho más yo.
  10. No poder sola con todo. Menuda tontería querer poder sola con todo. Yo quiero vivir rodeada de gente encantada de ayudarme.
  11. Querer mis límites, respetarlos y dejarlos ahí, que no molesten, porque una vida es muy corta para dedicársela a según qué límites. A los que se me resisten, qué le den.
  12. A veces puedo y no quiero. Y eso me salva de mucho.
  13. La mejor versión de mí misma no se la regalo a cualquiera. Que siga sabiendo a quién regalársela.
  14. Que no salga de mi boca nunca jamás un “ yo soy abundancia”. Yo soy guapa, soy lista, soy abundancia. Un poquito de humildad, que no somos para tanto.
  15. No soltar el pasado. Yo no suelto nada mío, que mis años me ha costado. Me esforzaré por querer mi pasado. Si no quiero mi pasado no quiero mi vida. Si no quiero mi vida no me quiero.
  16. Como mujer inteligente cuando estoy triste no me pongo guapa, me pongo triste. Lo mismo que hacen los hombres. Lo normal de los seres humanos.
  17. Ser muy consciente de cuándo, con quién y por qué soy tóxica. Porque lo soy.
  18. Seguir sonriendo cuando tenga motivos para sonreír. Cuando no los tenga, buscar como una loca motivos para hacerlo. Recordar siempre que lo importante no es sonreír, es tener motivos para hacerlo.
  19. Que sigan diciendo que todo lo que merece la pena requiere mucho esfuerzo. Yo ya sé que hay cosas que requieren mucho esfuerzo y no merecen la pena y otras que cuestan muy, muy poco y valen mucho la pena.
  20. No creerme jamás fuerte ni valiente porque si lo hago doy por hecho que existen los débiles y los cobardes y no tengo ni idea de lo que está viviendo aquel al que alegremente llamo cobarde y débil.
  21. Seguir diciendo con la cabeza bien alta: “sí, he fracasado, ¿y qué? ¿acaso tú no has fracasado nunca?
  22. No reinventarme nunca, que si me quedo sin trabajo, siga siendo capaz de pedir tranquilamente trabajo.
  23. Seguir viendo lo negativo de las cosas. Es la mejor manera que tengo de cambiar lo que no me gusta.
  24. No dejar que mi niña interior ridiculice la mujer que soy.
  25. Tener la honestidad de ser incapaz de aleccionar sobre la autoestima si no tengo cojones de decir que me quedé sin trabajo, si no tengo el valor de ser transparente con mi vida, si hermoseo mi currículum, si me invento un personaje para hablar de éxito personal, de crecimiento, si doy lecciones de vida con una vida inventada. No tener la poca vergüenza de llenar cabezas humanas de flores y pájaros que revolotean, hacen ruido y no van a ningún lado. No tener la cara dura de ponerme delante de una persona, de trabajar con ella, si no he estudiado todo lo que hay que estudiar para poner en mis manos la vida de un SER HUMANO.

 

Queridos Reyes Magos, ya me conocéis y entenderéis que si no pongo esta última, reviento.

Que este año nos ayudéis a todos los que trabajamos por el bienestar de las personas a contrarrestar toda la involución de los últimos años. Que los happyflowers salgan ya de su zona de confort, saquen la mejor versión de sí mismos, pero hacia otro lado muy lejano. Con la salud mental, no. Con la salud mental no se juega.

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