La adaptación del ser humano es asombrosa, sin embargo a veces nos gusta olvidarlo. A veces nos ayudan a olvidarlo. Lo de llamar síndrome a un PROCESO DE ADAPTACIÓN NORMAL va alineado con la moda esa de que la vida tiene que ser coser y cantar. Ya sabes, la vida siempre debe ser bonita y agradable. Si no es así, algo estás haciendo mal. El camino correcto es ese que te hace feliz todoslosminutosdetuvida.
El llamado síndrome postvacacional, en adelante invento postvacacional IP (mucho más cool, dónde va a parar) es un proceso de adaptación normal y corriente. Las situaciones incómodas son parte de la vida y cualquier situación de cambio nos incomoda. Somos así. Hacernos creer que solo seremos felices si huimos de lo que nos incomoda es anclarnos en una insatisfacción permanente. Porque la vida en muchas ocasiones es incómoda y aprender a vivir en esa incomodidad es lo que nos acerca al bienestar. Pero ese es otro tema.
Un día, a partir de una frase de esas que cuelgo por ahí, Jéssica Buelga, psicóloga lista, divertida y retadora, me animó a darle al tema. Lo que ella no sabía es que como me piquen ya la han liado. Y aquí estoy. Por cierto, os recomiendo seguirla porque, además de excelente profesional, escribe de maravilla. Definitivamente, mi estilo es el descarriado del gremio.
Volver a la rutina cuesta, leñe. Siempre ha costado. La pereza de pasar del dolce far niente a la actividad la llevamos los humanos de serie desde que el mundo es mundo. Con la intención de averiguar si eso solo me pasa a mí, he profundizado en la literatura sobre el IP. Mientras leía me preguntaba dos cuestiones muy básicas, tan básicas como la pereza que sale por todos los poros de mi piel a medida que se acerca final de agosto:
- ¿En serio no somos capaces de saber que lo que nos pasa es que nos da una perezaqueflipas? Tengo muchas amigas profesoras y es un hecho contrastado por mí que la mayoría de ellas cuando empieza agosto ya se ponen nerviosas. Cuanto más, mas. Cuanto menos, menos. Básicos de la naturaleza humana.
- ¿No será que nuestra rutina no es rutina, sino coñazo vital? Y ahí es donde hay que meter mano.
Leo que los síntomas son básicamente ansiedad, irritabilidad, insomnio, tristeza. Avanzo en la lectura sin pena ni gloria hasta que llego a una frase que enciende todas mis alarmas. Comentan que puedo estar tranquila porque en unas dos semanas estaré adaptada a esta situación. Sí, a esa misma que me genera tanta angustia. ¿Adaptada a lo que me produce incluso náuseas con solo imaginarlo? En dos semanas ya estaré preparada para pasar once meses ahí hasta la próxima vuelta al cole, momento en el que tendré que volver a leer el decálogo de primeros auxilios. Entonces me pregunto ¿y si esta adaptación es mi ruina?
Así que, antes de tirarme de cabeza a una adaptación forzosa he hecho mi particular lista de autoconsejos. Quizá me pueda servir para saber qué grado de adaptación quiero en este momento concreto de tu vida, analizando MIS deseos, MI realidad y MI margen de maniobra.
Ya sabemos que todos pasamos por épocas en las que no nos queda otra que aguantar en un trabajo que no nos gusta. Ya sabemos que eso del trabajo de nuestros sueños es maravilloso, pero más wonderful es poder pagar todo lo que tenemos que pagar. Quizá ahora no pueda salir de donde estoy, pero por lo menos seré consciente de que ni síndrome ni historias. Lo que a mí me pasa es que me aburre soberanamente lo que hago. Y eso lógicamente me amarga. Saldré de ahí o no, pero sabré que la justificación de mi malestar no es ningún síndrome. Porque me pregunto que si tanto me cuesta volver a mi vida después de unas semanas quizá sea una barbaridad hacer el esfuerzo de adaptarme a ella. O por lo menos no ser consciente de ese salto al vacío.
De las vacaciones hay que volver con las pilas cargadas. Mis síntomas tienen que ver con mi satisfacción o insatisfacción vital y eso se merece que me pare a pensar un poquito en mi vida.
Si te has quedado con ganas de más, aquí te dejo la segunda parte IP (parte II)
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