Pretender ser siempre coherente entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos es absurdo. Nadie es coherente siempre. Y eso nos salva de tanto…
A veces nos salva no hacer lo que pensamos, no decir lo que sentimos, no pensar demasiado lo que sentimos. La incoherencia nos salva de mucho.
La coherencia no se mide en términos del día a día. Pensamientos, sentimientos y acciones incoherentes pueden dar como resultado una vida coherente. Lo que debe tener coherencia es nuestra vida.
Qué manía de complicarlo todo pretendiendo imposibles. Que yo hoy sea incoherente no significa que mi vida sea incoherente. Mi vida la mido en términos de coherencia de ciclo vital no de si hoy digo lo que pienso o hago lo que no siento.
Es más, el empujón para cambiar y crecer muchas veces nace de la incoherencia. Sin incoherencia no avanzaríamos. Pero bueno, es lo que tiene vivir clavados en el presente sin ver más allá.
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