Yo me flagelo, tú te flagelas.

mayo 8, 2022

La letra con sangre entra es uno de refranes que alimenta la creencia de que solo el castigo nos ayuda a crecer. Nos han hecho creer que la bondad con uno mismo es perjudicial. El castigo físico ya no está presente, pero seguimos pensando que la autoflagelación es útil y eficaz. ¿Cuántas personas están seguras de que tienen que ser duras consigo mismas para mantenerse en la dirección correcta y conseguir la persona que quieren llegar a ser? ¿Cuántas personas mantienen una presión hacia sí mismas a través de la voz autocrítica constante? ¿Cuántas personas cuando no consiguen el objetivo o resultado deseado se castigan con un severo diálogo interior? Eres inútil, vaga, no te has esforzado suficiente, qué van a pensar de ti, nunca lograrás nada, qué vergüenza. Nos han hecho creer que la mejor manera de alcanzar los objetivos es ¿motivarnos? con autocrítica dura y constante. Seguro que conoces a quien se continúa enorgulleciendo de ser duro.

Una consecuencia de la autocrítica constante es que la persona se siente vulnerable cuando es amable consigo misma. ¿Hay peor daño que haber llegado a tener miedo a tratarnos bien? El miedo a ser débil si no utilizo la autocrítica es el mayor obstáculo para ser amable conmigo sin entender que tratarme con dureza es el mayor signo de mi debilidad. Soy fuerte cuando soy capaz de tratarme con cariño. Soy débil cuando me escudo en la dureza.

La flagelación, el látigo, la mano dura: la autocrítica. ¿Motivarías a quien quieres con un ‘inútil, perezoso, no tienes remedio? ¿Qué estado de ánimo genera la crítica: te produce energía, te inspira? Aquí es donde entra la tontería esa del orgullo de conseguir algo cuando nadie creyó en ti. Aquí es donde, sin darnos cuenta, ponemos de moda la rivalidad, el creer estoy motivada cuando me crezco para conseguir lo que nadie cree que seré capaz de conseguir. La hostilidad, rivalidad, no estoy motivada en hacerlo, estoy motivada en restregarle al otro que al final lo he conseguido. No me doy cuenta de que eso es otra historia que poco tiene que ver con lo que motiva o no la crítica y el ser duro. Eso es el camino de que lo que hago vale más o menos en función del reconocimiento ajeno.

Los mensajes comprensivos crean el estado de ánimo más favorable para esforzarte y tener mejores resultados. Creemos que el mensaje reconfortante no ayuda porque creemos que de lo bueno no se aprende. Sabemos aprender de lo malo porque no hemos aprendido a aprender de lo bueno. El verdadero reto es aprender de lo bueno; de lo malo aprendemos por puro mecanismo de compensar el daño sufrido. No es verdad que solo se aprende de lo malo, es que a aprender de lo bueno nadie nos ha enseñado.

La autoeficacia está directamente relacionada con nuestra capacidad para lograr objetivos. Sin embargo, nos saltamos esta realidad cuando caemos en la autocrítica. No solo caemos sino que creemos que la dureza con nosotros mismos da resultado. La autocrítica tiende a minar las creencias de autoeficacia por lo que resulta dañina para dar lo mejor de nosotras.

Nos castigamos, nos hablamos mal y vamos perdiendo la fe. La autocrítica puede funcionar a corto plazo, pero ¿por qué lo hace? Por el miedo. Como es desagradable autocriticarme cuando fracaso eso motiva el deseo de huir de él. Esto y el hecho de que si ya me critico yo antes de fracasar, cuando fracase ya estaré preparada para ello. Miedo.

El miedo motiva sin darme cuenta de que la ansiedad que va generando me va perjudicando a medio y largo plazo. La ansiedad me acaba distrayendo de la tarea porque me focalizo en no fallar. La autocrítica no solo provoca ansiedad sino que contribuye a cualquier tipo de engaño para no culparme a mí misma si fracaso. Y esto hace que las probabilidades de fracasar aumenten. Me obstaculizo a mi mismo: no me esfuerzo, pospongo, no tengo tiempo porque como he empezado tarde he fracasado por eso, no por mi incompetencia. Y así es como la autocrítica acaba volviéndose en contra del logro. Así es como, una vez más, no me contemplo a mí y, al no hacerlo, me alejo de aquello que persigo.

¿Por qué la comprensión es un motivador más eficaz que la autocrítica? Porque su motor es el amor, no el miedo. El amor nos permite sentirnos seguros y confiados mientras que el miedo nos pone nerviosos y alimenta la inseguridad. Si sé que cuando falle soy capaz de ser comprensiva y compasiva conmigo no añado estrés y ansiedad a mi vida y eso repercute en el resultado.

Seguro que cuando llegas aquí tienes el pensamiento de que si te pones en esta situación no te esforzarás. Eso es falso. Eso es lo que hemos llegado a creer cuando el motor para conseguir el objetivo es el miedo: al no reconocimiento, a la voz crítica ajena y propia. En este punto es donde aparece la creencia de que si me pongo en esta situación no me esforzaré. Error. Aquí es donde nos queda mucho que aprender. A diferencia de la autocrítica que pregunta si eres suficientemente bueno, la comprensión te pregunta qué es bueno para ti. La comprensión y compasión conecta con el deseo de estar sano y bien. Si te ocupas de ti mismo harás lo que sea necesario para aprender. Tendrás interés en cambiar los patrones de conducta que no te ayudan. La compasión hará que te valores en profundidad y serás más capaz de tomar decisiones que te aportaran bienestar a medio y largo plazo.

El esfuerzo erróneo consiste en ocuparse demasiado del ego, en ponerse a prueba, en el deseo de control.

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2 Comentarios

  1. Raquel

    Por las noches me gusta escuchar música relajante instrumental para dormir, me puse a leer un poco y me encontré con estas líneas tuyas.

    Me encantaron.

    Gracias por mostrar el camino.
    Saludos

    Responder
    • Mjgcaimari

      Cuánto me alegra que se cruzaran nuestros caminos. Un abrazo.

      Responder

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