Agradeciendo desgracias.

septiembre 30, 2017

sabado1

La cosa va de flagelarnos. El tema es agradecer los palos de la vida. Venga, va, que eso nos hace fuertes. Llevamos grabado a fuego eso de que “a este mundo hemos venido a sufrir”. Y no solo a sufrir sino a agradecer las putadas oportunidades que nos da la vida.

Porque hay algunos que agradecen unas cosas un tanto extrañas:

 1.-Los problemas son bendiciones que nos ayudan a crecer. Pues nada, repetid conmigo: problemas, benditos problemas, venid a mí que sin vosotros no crezco.

Los problemas son antojos de la vida, acontecimientos no esperados que nos llegan de vez en cuando. Con algunos creceré, con otros no, pero tampoco me preocupa demasiado porque ya he aprendido que detrás de un problema hay una decisión que tomar. Debo ser un bicho raro porque cuando soluciono el problema pienso que ojalá no se vuelva a presentar. He aprendido a crecer sin tener ningún problema que me ronde. Y si durante una temporada no crezco, pues tampoco pasa nada.

2.- Los contratiempos son oportunidades. Los contratiempos son como los problemas pero le ponen menos ganas a lo de marearnos. Son como moscas cojoneras de esas que dan por saco. A los contratiempos los trato como a las moscas, a manotazo limpio y cuanto antes acierte con el manotazo, mejor.

Las  oportunidades son algo importante y como tal no espero que me lleguen de la mano de los contratiempos. Las oportunidades las busco por otro lado. Las visualizo, las creo y las persigo. Yo soy la mosca cojonera de las oportunidades.

3.- Las enfermedades son oportunidades para recordar nuestra grandeza. Esta ni se merece comentario porque es un insulto a la vida. Las enfermedades son putadas que nos recuerdan lo pequeños que somos. El que quiera hacerse grande con la enfermedad es porque no ha entendido lo enormes que podemos llegar a ser desde la salud y el bienestar.

 4.- Quien me lastima me hace fuerte. Sigo dándome látigo. Quien trata de lastimarme es un ser despreciable al que no le agradezco nada. No soy fuerte gracias a él. No tiene  ninguna virtud y, por tanto, ningún hueco en mi vida. Puedo ser fuerte sin nadie que me lastime. Como bicho raro que soy a mí me hacen fuerte las personas que me quieren y comprenden. Quien trata de ayudarme, quien cree en mí, ese me hace fuerte.

5.- Quien me critica me hace importante. Pues tampoco lo sé, pero acabar siendo importante por las críticas que recibo es de cutres. Yo, si algún día quiero ser importante, me encantaría que fuera por todos los que me apoyan. Creer que la crítica me hace importante es de mediocres.

Hay más pero para qué. Todas tienen un denominador común: ver ventajas en el dolor, el enfrentamiento, el ataque y la agresión más o menos encubierta. Ver el comportamiento hostil, las conductas malintencionadas y los sentimientos dañinos como fuentes de crecimiento. Agradecer eso es aceptarlo. Aceptarlo es justificarlo. Justificarlo es tolerarlo. Tolerarlo es ser cómplice de ello. Porque gracias a ello esas personas crecen y son muy fuertes.

Yo ya sé que en la vida me encontraré obstáculos, que siempre tendré algún problema que me ronde y que más tarde o más temprano deberé convivir con la enfermedad. Ya sé que la vida va de eso y deberé luchar para superarlo. Sé que aprenderé, fortaleceré mi autoestima y mi tolerancia a la frustración. Pero jamás desearé eso y mucho menos lo agradeceré.

Simplemente porque no agradezco lo negativo. Yo agradezco lo positivo: las cosas que me salen bien, la salud, la gente que me quiere y me apoya.  Crezco con la gente que cree en mí. A esos que me lo ponen difícil con la excusa de que así sacan todo mi talento, los acabo mandando a paseo.  Que aquí estamos para ayudarnos.

Agradezco los actos de corazón, la amistad y la ayuda desinteresada. Agradezco la conversación sincera, la palabra necesaria y el silencio oportuno. Agradezco a los que me hacen sentir útil y valiosa. Los que me hacen un hueco en su vida y se alegran de que forme parte de ella.  A los que buscan un hueco en la mía. A los generosos con su tiempo. A los que dan sentido a mi vida. Porque esos son los que me hacen crecer. Esos son los que me hacen fuerte.

Podéis seguir flagelándoos todo el tiempo, seguir pensando que solo podemos superarnos con las desgracias. Mientras los que sois como yo creceréis tomando decisiones y cambiando lo que no os guste de vuestra vida sin necesidad de estar esperando que cualquier desgracia os empuje a ello.

Porque vida solo hay una y a sufrir no hemos venido.

Entradas relacionadas

También en el desierto.

También en el desierto.

He llorado de emoción muchas veces en medio de un mar, alejada de la costa. La emoción de llorar de felicidad sintiéndome parte minúscula de algo tan inmenso no la había experimentado con nada más. He acabado el año descubriendo que la inmensidad del desierto me...

Cuántos cuentos te cuentas.

Cuántos cuentos te cuentas.

Esta semana ha muerto Kirstie Alley. Tenía 71 años. Es curioso como estas personas que se han metido en nuestras vidas viven (y mueren) ajenas a su edad cronológica. Kirstie es, entre otras, esa Rebecca de Cheers, esa serie en la que se suceden escenas en un bar de...

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *