Hay que huir como de la peste de los que te hacen creer que si la conducta de otro te hace daño es porque tú lo permites. Nadie te puede hacer daño si no lo permites. No permitas que nada te afecte. JA. No se trata de permitir o no, se trata de que alguien me hace daño. Si la conducta de otro me hacen daño, ¿es culpa mía por haberlo permitido o del que me hace daño?
Nadie te puede hacer daño si no lo permites. JA. ¿Sabes qué pasa? Que como humana si me hacen daño sufro. No es cuestión de permitir o no, es cuestión de ser persona y no máquina. Las cosas me afectan porque siento, porque estoy viva. No sentir es no vivir. Ya dejaré de sentir cuando muera. De momento, quiero seguir sintiendo. Aunque duela.
Pero vamos, mejor seguir metiendo a la gente el engaño y autoengaño en vena, la mentira. Mejor seguir diciéndonos que no nos afecta. Mejor seguir afirmando con la boca grande que no vamos a permitir que nos hagan daño, mejor seguir en este esfuerzo absurdo. Desgastándonos contra la naturaleza humana. Mejor acostumbrarnos a no llorar. Mejor seguir creyéndonos así de fuertes. Identificando ser fuerte con no sentir. Mejor no enseñar que ser fuerte es no tener una coraza. Que ser fuerte es hundirte en la miseria cuando tienes motivos para ello y ser capaz de reconocerlo. Ser fuerte es mostrar tus debilidades. Y salir de ahí.
Seguir permitiendo que me afecte el dolor es la única manera de aprender de él. Negar el dolor es alimentarlo. Porque hay cosas que me van a afectar. Porque sí, porque soy humana, porque tengo sentimientos. Vendrán cosas que me harán daño. Lo sé. Como a todos. Y no me sentiré mal cuando me afecten. Aceptaré el daño, lo sufriré y aprenderé de él. Seguiré aprendiendo lo que es la vida. Ponerme la coraza de que nada me altera es un mecanismo de defensa más. Huiré de maestros de vida no humana que parchean con mecanismos de defensa. Esquivaré siempre al que me haga sentir culpable cuando algo me afecta. Evitaré a quien me lleve por el camino de hacer lo que no siento porque eso mata.
Yo quiero que me afecte lo que me duele. Mi dolor forma parte de mi vida, de mis aprendizajes. Aprender a sufrir y a recordar. Hay situaciones dolorosas que no quiero olvidar porque olvidarlas es hacerme un feo. Es ser infiel a esa tristeza que viví y esa tristeza fue mía. En ese momento yo fui tristeza. Olvidar es traicionarme a mí. Y yo a nada mío traiciono.
Aceptar la vida o montarme una película. Hacer lo que siento o hacer lo que no siento. Ser o fingir. Esa es la diferencia entre vivir cada día o morir cada día. Porque al final la vida nos enseña que felicidad no es mucho más que haber aprendido a sufrir.
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