Me llamó la atención en el tema de la empatía. Jamás habíamos hablado tanto de empatía y jamás habíamos pensado tan poco en los demás. Jamás habíamos puesto nombre a tantas cosas. Jamás habíamos necesitado poner titulares a nuestra vida.
Así surgió una docena de “para qué hablas si calladito estás más guapo», porque total lo que habla es lo que haces y lo que dejas de hacer.
- Cuando no hablábamos de empatía pensábamos en los demás. No necesitábamos ponerle nombre a pensar en el prójimo. Nos importaba poco si teníamos empatía o no. Mucho menos presumir de ello. Ahora todos presumen de ser empáticos. Pocos piensan en los demás.
- Cuando no hablábamos de inteligencia emocional éramos inteligentes. Pensábamos, fundamental para que haya vida inteligente. Las emociones estaban. Siempre han estado. La inteligencia emocional siempre ha existido. Siempre ha habido inteligentes emocionales. Siempre ha habido incapacidad emocional. La sigue habiendo.
- Antes de la satisfacción personal estábamos satisfechos. O no, pero tampoco nos moríamos si no satisfacíamos nuestro yo todos los días de nuestra vida. La vida era mucho más que la satisfacción continua de nuestro ego.
- Antes del crecimiento personal estábamos agradecidos con lo que habíamos conseguido en la vida. Pensar únicamente en todo lo que nos queda por hacer contribuye a sentir una insatisfacción constante a pesar de todo lo logrado.
- Antes del empoderamiento femenino la que quería se buscaba la vida para hacer lo que le daba la gana. Cambiábamos ruedas de coches hace treinta años. Las que queríamos ensuciarnos, claro.
- Antes de dar la mejor versión de nosotros mismos éramos responsables. ¿Qué necesidad había de dar la mejor versión? Con la responsabilidad era más que suficiente.
- Cuando no hablábamos de sueños nos currábamos nuestras ilusiones sin necesidad de envolverlas con un lazo rosa.
- Antes de saber tanto del amor, amábamos. Queríamos y nos querían. No necesitábamos estar enamorados de nosotros para querer a alguien. No necesitábamos profundizar tanto en nuestras entrañas. Amábamos y punto. Y nos amaban.
- Antes del positivismo éramos capaces de ver la realidad. Esta sí que es una putada.
- Antes de buscar un sentido a la vida, nuestra vida tenía sentido. La vida no iba tanto de buscar; iba de vivir, de hacer, de pensar y sentir. Si nos equivocábamos rectificábamos.
- Antes de hablar de motivación, teníamos motivos para hacer las cosas. No hace falta hablar de motivación para estar motivado.
- Antes de hablar de respeto teníamos educación. Con eso bastaba.
Antes de hablar, éramos.
0 comentarios