Los palos de la baraja.

noviembre 11, 2018

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Las redes sociales están llenas de gente obsesionada con ser unos cracks en su profesión. Incluso si no lo son se lo inventan. Ya sabéis eso de que “la imagen de éxito genera éxito”. Y ahí los tenemos, danzando con sus fábulas y sus logros profesionales. Imagen, marca, visibilidad laboral. Compulsión neurótica de darlo todo en el trabajo, tan vinculada a la culpabilización del fracaso.

Muchos de ellos dividen a la humanidad en dos grandes grupos: los elegidos (ellos) y la plebe (los que no son como ellos). Los elegidos, también  autoproclamados privilegiados, son los que han hecho de su pasión su modo de ganarse la vida. La plebe, el resto.

Mucho se habla de éxito en la vida. Poco se habla de una vida de éxito (esta me la apunto para la próxima sección de mi blog #MuchoSeHabla). Hoy me quiero centrar en las enseñanzas de los privilegiados que identifican el éxito vital como éxito profesional.

 

La vida corta, baraja y reparte las cartas. Nosotros jugamos con las que nos han tocado. Es una elección de cada uno de qué palos se quiere deshacer y cuáles quiere conseguir. Es una decisión de cada uno saber por qué palo apuesta.

 

Un palo.

Identificar el éxito en la vida con el triunfo profesional empequeñece la vida. La reduce a un palo. Los discursos de “si no trabajas por tus sueños trabajarás por los de otro”, además de llamarte tonta por trabajar para otro, dan a entender que los sueños solo pueden estar en el tema profesional. ¿En serio? Un palo.

 Identificar el éxito en la vida con el éxito profesional puede llevar a muchas mujeres y hombres (sí, con ellos también se ensañan los elegidos) a sentirse inferiores por haber priorizado en algún momento de sus vidas a sus hijos o su familia, ese éxito personal del que jamás hablan los elegidos. Priorizar durante unos años la vida familiar a la profesional, invertir tiempo en criar unos hijos, entender que nos hemos metido en esta historia para hacerlo bien y a conciencia, es todo menos fracasar en la vida. Por mucho que los elegidos sigan presumiendo de su único palo vital.

A ver si vamos dejando las cosas claras. Yo no soy inferior por haber dedicado amor y tiempo a los que quiero. Yo no soy menos por trabajar de manera eficiente en un trabajo no remunerado. Más de uno ahora me diría que ellos no me consideran inferior. Ya, pero si enseñáis a identificar éxito con reputación profesional el que se dedica a otros palos se puede sentir fracasado. ¿La imagen, la marca, la visibilidad aquí vale menos? Para los privilegiados de un solo palo sí. Para los de todos los palos de la baraja, no.

 

La baraja.

Alcanzar éxito profesional no es alcanzar éxito en la vida; es alcanzar éxito en la profesión. Es no ver más allá de la profesión, es haber decidido dedicar toda la vida a una sola cosa. Una visión muy sesgada de lo que es la vida. Es una opción personal pero jamás una lección de éxito vital. Yo siempre he pensado que si desde que te levantas hasta que te acuestas solo piensas en tu éxito profesional, muy atontado tienes que estar para no llegar a conseguirlo. Lo difícil es jugar con todos los palos.

Las personas SOMOS independientemente del trabajo. Hay gente que tiene un trabajo que ni fu ni fa pero que le da una estabilidad económica para poder desarrollar otra faceta de su vida que le hace feliz. Hay gente que no puede dejar su trabajo porque por encima de sus sueños está su responsabilidad. Hay gente que tiene mucha vida fuera del trabajo. Porque hay mucha vida fuera del trabajo. Hay muchos sueños por cumplir que no son trabajo. Si vamos a hablar de privilegiados, esos son los que tienen la lucidez de ver todos los palos de la baraja. Los que ven, valoran y equilibran todos los palos. Porque conseguir equilibrar todos los palos sí que es éxito.

Somos un montón de cosas. Yo tengo muchos roles, soy madre, hija, hermana, amiga, vecina, pareja, psicóloga, jefa, empleada. Sigo siendo yo aunque pierda el trabajo en un momento dado. He seguido siendo yo las veces que me he visto en esa circunstancia.

Soy mis valores, mis defectos y mis hobbies. Soy mis principios, mi pereza y mis ganas de celebrar. Soy yo independientemente del trabajo que tenga. Puedo cambiar de trabajo y sigo siendo yo. Puedo no tener trabajo remunerado y seguir siendo yo. Yo juego con todos los palos de la baraja.

 ¿Dónde está la imagen, la marca, la visibilidad en las cartas de estos otros palos? ¿Por qué no puedo gritar orgullosa que me siento realizada con un trabajo no remunerado? ¿Soy una marca blanca si los sueños los tengo en mi vida personal? ¿Soy un saldo si no hablo todo el día de mi profesión?

Quizá hayas oído hablar de La rueda de la vida, una herramienta útil para analizar tu vida y la evolución de las parcelas de la misma. Si tuviéramos que hablar de éxito vital hablaríamos de conseguir un circulo en esa rueda. Te animo a hacerla.

 

El autoconcepto.

 El autoconcepto es la opinión que una persona tiene sobre sí misma y tiene una relación muy estrecha​ con la autoestima. La autoestima y el autoconcepto son constructos que nos dicen cómo nos vemos a nosotros mismos y de qué manera la opinión de los demás influye en la idea que tenemos de nuestra propia identidad.

Construir el autoconcepto sobre el éxito o fracaso laboral es llegar a identificar a una persona con lo que hace. El afán de marca y visibilidad en lo laboral anclan ahí nuestro autoconcepto. De ahí que nuestra autoestima la vinculemos a eso, de ahí que solo seamos capaces de considerarnos afortunados en el palo laboral. Tampoco sé hasta qué punto los promotores del autoconcepto en lo laboral lo hacen porque su autoconcepto en los otros palos de la vida saldría perjudicado. En el fondo es lo de siempre “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

Saber colocar el autoconcepto en cada palo, darle el valor que tiene a cada carta de cada palo, saber cómo jugar cada partida hará que la vida sea más plena. Los éxitos serán más variados y los fracasos se verán más fácilmente compensados.

Tocar todos los palos, tener todas las facetas que pueda en mi vida, saber cómo jugar cada carta es lo que me llena y me hace sentir bien. Si para seguir la sabiduría de pedestal debo hablar de ser una privilegiada, diría que para mí es no poner mi éxito vital en una cosa. Yo quiero tener un montón de cosas que me hagan sentir bien. Y es que a mí me hace igual de feliz un éxito profesional que tirarme en el sofá dos días enteros viendo una serie. Igual de exitosa me siento ahora que los años que prioricé dedicarme a mis hijos porque eran pequeños. Igual de exitosa me siento cuando os cuento algo de mi trabajo que cuando hago cosas que no cuento a nadie. Porque mi autoconcepto no lo tengo ligado a una actividad en concreto. Porque mi autoconcepto va en mi SER, haga lo que haga en cada momento de mi vida.

No sé si llegará el día en el que los vendedores de éxito profesional como única satisfacción de nuestro paso por este mundo, descubran una vida llena de amaneceres y puestas de sol, paseos junto al mar, cafés con amigos, cañitas al sol, confidencias, entrega a los hijos y amor a los que quieres.  No sé si llegará el día en el que los amantes de la productividad descubran los excelentes resultados de que te quieran, te acompañen, te cuiden y te den la mano en el camino de la vida.

No sé si llegará el día, pero mientras tanto nosotros ya sabemos que la vida corta, baraja y reparte. Nosotros jugamos. Y sabemos que cuantos más palos consigamos más posibilidades tenemos de acabar el resto de nuestros días satisfechos.

 

Para mí ser una privilegiada es ser capaz de jugar con todas las cartas que me repartió la vida y llegar a conseguir los palos que la vida no me repartió. Para mí tener éxito es no perderme ningún palo, ninguna carta, ninguna partida. No perderme nada del juego de la vida. Y tú, ¿con cuántos palos juegas?

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