Bailar la vida.

marzo 17, 2020

Llevamos estos días expuestos a un montón de vídeos y publicaciones sobre cómo sobrevivir a estos días. En escasos días han surgido iniciativas de todo tipo para tener nuestro día ocupado. De hecho, lo que me ha llamado la atención y me ha alertado de lo peligroso del camino que hemos iniciado es comprobar que mucha gente no solo tiene la agenda llena, sino que sigue presumiendo de ello.

Sigo leyendo y oyendo frases como “no tengo tiempo de nada”, “mañana me voy a tener que levantar a las 7 para que me dé tiempo a todo”. Curiosamente, quienes pronuncian estas palabras no son los que deben compaginar el teletrabajo con algún niño pequeño con el que hacer tareas del cole y entretenimiento. Tampoco son los que tienen en casa a alguien con algún trastorno agravado por el encierro. Tampoco los que tienen que atender a un mayor dependiente. Ni familia desestructurada o al borde de la ruptura.

No, los de la hiperactividad son los mismos que padecen el “síndrome de la agenda llena”, los del virus de la productividad. Esta semana comentaba que el coronavirus era una cura de humildad para los que no saben trascender a su ombligo, para esos que creen que la única productividad de una vida humana es la que está vinculada al trabajo. Parece que todavía no nos hemos enterado de esto. Seguimos fieles, por no decir rígidos, a los esquemas de fuera estando dentro. Comentaba también que cuando el mundo se reduce a lo que tienes en casa, a los que tienes en casa llega el vértigo de no poder demostrar nada fuera. Tampoco sabemos muy bien dónde estamos porque seguimos demostrando fuera. Seguimos teniendo la necesidad de demostrar fuera, demostrar que podemos seguir llevando la misma vida fuera dentro.

Acabar el día con frases como «lo importante al acabar el día es sentirse bien porque has avanzado”, sentir que nuestro día ha sido productivo es no tener conciencia de que hemos cambiado de escenario. Y es que seguir sanos dentro de esta historia y llegar bien al final, sin saber cuál será el día final, pasa por dejar de tener las mismas rutinas, los mismos esquemas vitales que fuera. Expectativas ajustadas a la realidad siempre y ahora más que nunca.

Llevamos años quejándonos de que los niños van sobresaturados de actividades impuestas por los adultos. Años hablando de la importancia de que los niños se aburran. Podéis consultar cualquier artículo sobre los beneficios del aburrimiento y aplicarlo a este escenario de adultos saturando a adultos por miedo al aburrimiento.

La vida nos ha dicho que paremos, que nos quedemos quietos en casa. No nos hemos parado nosotros, se ha parado el mundo, pero nosotros seguimos con el ritmo y la inercia en un mundo que ya no se mueve. Las calles están vacías, los comercios cerrados, apenas hay coches, el silencio. Y nuestro ruido. Tenemos tiempo y no sabemos qué hacer con él. Nos incomoda percibir que el tiempo pasa. No sabemos cómo medirlo en este nuevo escenario y lo seguimos haciendo en términos de productividad, porque no sabemos qué hacer con nuestro tiempo. No entendemos que el tiempo tiene la finalidad en sí mismo, no en lo que hacemos con él. No tenemos ni idea de cómo manejar un tiempo al que le hemos quitado el valor porque solo sabemos medirlo en retribución. No sabemos cómo usar nuestro tiempo sin un fin específico.

Todo esto saca los fantasmas de nuestra soledad, nuestra ansiedad, nuestro miedo, la incertidumbre, el desconocimiento de lo que vendrá. No hay patrón, esquema. No hay coordenadas. No hay ruta.  Ni brújula. Ir acoplándonos a este nuevo esquema es vital. Cuando salgamos ya nos adaptaremos a la nueva normalidad. Para poder sobrevivir luego necesitamos llegar bien.

Ayer comentaba que mucha gente se preparaba para la vuelta a la normalidad, sin saber cuál será esa normalidad. Si ya sabemos que cuando se vuelve a la normalidad nunca es la misma normalidad ahora menos, porque no tenemos ni idea de cómo será esa normalidad. Lo prioritario ahora es llegar bien.

No voy a decir que la gente no dé consejos individuales porque eso es incontrolable (de aquí salimos todos youtubers) pero sí que, por favor, cuando escuches algo (esto mío también) pienses en ti, en tu realidad, en la gente y con cuánta gente te has quedado confinada. No te compares con nadie. No te pongas a cocinar si sabes que odias cocinar por mucho que oigas que cocinar relaja. A otras sí, a ti no. Nos nos pongamos la zancadilla a nosotras mismas, a nosotros mismos.

Es importante conseguir acabar el día sintiéndote bien sin comparar tus días dentro con lo que eran tus días fuera. No te muevas más que el mundo. Ajusta el ritmo. Esto es una carrera de fondo. No es la vida en movimiento. La vida ESTÁ PARADA. El significado de sentirse productivo fuera no sirve aquí dentro. Incluso un día fuera no es la misma unidad de tiempo que un día dentro. 

Ya no eres tú, la de siempre, ¿quién eres ahora? Ahora nos damos cuenta de que somos en función de donde estamos. EL CONTEXTO, ese que durante tanto tiempo ha sido ignorado. Ser productivo quizá ahora sea otra cosa. Puede ser echarse una siesta diaria, comer tranquilamente, ordenar un armario, pintar una pared. Ser productivo puede ser tirarse la tarde de un martes viendo esa serie que no tenías tiempo de ver. Estar con los que quieres.  Leer más. Yo las conversaciones que tengo con mi hijo mayor, lo mucho que hablo con él ahora por tener tiempo, no las había tenido en la vida. Ser productivo puede ser jugar a un juego de mesa o merendar chocolate con churros. Ser productivo es tomarte un vino por Skype con tu amiga. Ser productivo puede ser simplemente ESTAR de manera física o virtual. Tenemos la gran suerte de poder estar sin estar físicamente.

Ser productivo puede ser darte cuenta de una vez de que ser productivo tiene otro significado. Relajarte, dejar de medirlo todo con la vara de medir de antes. Hay otra vara de medir el tiempo. Hay otro espacio, otro tiempo. Otro presente, otro futuro.

Esto no es fácil. Todos estamos lejos de alguien a quien queremos. A mí también me pilla con padres con un mar por medio y un hijo confinado en otro país. Esto no es fácil de digerir. El trabajo, la economía, la ansiedad. Centrémonos en lo importante. De esta saldremos seguro, pero hay que intentar salir mentalmente sanos. Muchos necesitarán ayuda psicológica, pero intentemos prevenir y que sea la menor posible.

Hay que bailar al ritmo de la vida y la vida ahora va muy despacio.  Relax.

Entradas relacionadas

También en el desierto.

También en el desierto.

He llorado de emoción muchas veces en medio de un mar, alejada de la costa. La emoción de llorar de felicidad sintiéndome parte minúscula de algo tan inmenso no la había experimentado con nada más. He acabado el año descubriendo que la inmensidad del desierto me...

Cuántos cuentos te cuentas.

Cuántos cuentos te cuentas.

Esta semana ha muerto Kirstie Alley. Tenía 71 años. Es curioso como estas personas que se han metido en nuestras vidas viven (y mueren) ajenas a su edad cronológica. Kirstie es, entre otras, esa Rebecca de Cheers, esa serie en la que se suceden escenas en un bar de...

0 comentarios

Trackbacks/Pingbacks

  1. Sesera – Mª Jesús Giménez Caimari - […] a llevar a cabo gran cantidad de actividades. Hemos reflexionado juntos aquí sobre la necesidad de bailar al ritmo…

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *